Tres de cada diez personas con trastornos alimenticios ha padecido abusos sexuales
Un tercio de las personas que padecen alguna patología relacionada con trastornos alimenticios han sufrido abusos sexuales, según el doctor Pedro Manuel Ruiz-Lázaro, secretario de la Asociación Española de Psiquiatría Infanto-Juvenil. El experto ha señalado que se trata de un porcentaje muy superior al que se registra en la población en general.
Ruiz-Lázaro informó de que es necesario realizar “una búsqueda activa y una prevención de trastornos de la alimentación” en las personas que han sufrido un abuso sexual, “algo que –añadió- frecuentemente no se tiene en cuenta”. El doctor hizo estas declaraciones en el marco de la clausura del IX Congreso Español de Sexología, celebrado recientemente en Madrid.
En el encuentro, se dio a conocer un estudio que revela que la homosexualidad masculina es un factor de riesgo para tener un trastorno de la conducta alimentaria, a pesar de que su incidencia es mayor entre las mujeres. Sin embargo, las mujeres homosexuales padecen en menor medida este tipo de trastornos.
El trauma sexual, ocupa el papel central y abre el juego. Desde el cuerpo como “manchado” o “sucio”, las pacientes tienen la motivación explícita de “desexualizar” su cuerpo, algunas veces hasta de “descorporizarse”.
Entre un 10 y un 15 por ciento de los pacientes que sufren anorexia o bulimia podrían haber sido víctimas de abusos sexuales durante su infancia, según ha afirmado en el Senado la presidenta del Centro de Asistencia de Víctimas de Agresiones Sexuales de Cantabria, Montserrat Pena, durante su comparecencia ante la ponencia sobre los condicionamientos extrasanitarios de estos trastornos de la alimentación.
Normalmente los abusos se producen dentro del entorno familiar, con un inicio de cinco o seis anos, mientras que el trastorno alimenticio aflora en la adolescencia. No obstante toda persona que ha sufrido un abuso en la infancia no va a desarrollar un trastorno de la alimentación en la adolescencia, sino que en su mayoría estas conductas aparecen cuando el menor no ha informado del abuso o la familia es consentidora -sabe que existe la agresión pero no interviene-.
Asimismo, los pacientes de este tipo sufren una anorexia diferente a la denominada "estética" -que se deriva de la vivencia del cuerpo-. "Se trata de una anorexia emocional" porque el trastorno no se desarrolla por la vivencia que la paciente tiene del cuerpo sino por distintos factores de riesgo. La víctima de la agresión genera aversión hacia el propio cuerpo y estados de indefensión". También sufren anorexia emocional adolescentes víctimas o testigos de malos tratos.
Por tanto, el paciente tiene otro perfil al que se atribuye normalmente a las anoréxicas -perfeccionistas y muy inteligentes, son chicas que juegan en la familia un papel de controladoras y estabilizadoras, dentro de estructuras familiares determinadas y con poca comunicación.
"La recuperación es mas lenta, son casos más complicados porque inciden muchos factores, no es un trastorno puro de la alimentación sino complicado con abusos sexuales y estructuras familiares determinadas. Además, en algunos casos la familia no colabora porque no asocia un abuso ocurrido hace muchos años al problema actual del adolescente, aunque otras sí colaboran".